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sábado, 15 de enero de 2011

Qué es ser liberal

Decía el Arcipreste de Hita:
“En este mundo traidor
nada es verdad ni es mentira
todo es según el color del
cristal con que se mira.”
Este es el recurso número uno de los conservadores de todos los pelambres, para definir como fallida la visión liberal del mundo: nuestro "relativismo moral", sin tener en cuenta lo obvio: que la moralidad es una construcción social que varía de acuerdo a la cultura. No tenemos que entrar a dar ejemplos de lo que en una cultura puede ser aceptable (y obligatorio), en otra puede ser completamente repugnante, ¿o sí?

Esta discrepancia fundamental es la que termina de pintar a los conservadores de todos los pelambres en una esquina: quieren uniformarnos a todos con el mismo modo de pensar, al mismo tiempo que nos acusan de lo mismo, al "intentar prohibir o hacer ciertas ideas impensables".

No tan rápido, mis amigos: con el fin de asegurar la convivencia y la coexistencia de unos 7.000 millones de personas, ciertas ideas deberían declararse impensables, tales como la superioridad de algún grupo de población sobre otro, de un género sobre el otro, o que ciertos estilos de vida son aceptables o no.

En esta batalla ideológica, nuestras ideas tratan de ser vendidas (sí, vendidas) como una sarta de estereotipos más o menos así (mis glosas van en azul):

  • La autoridad central (a.k.a. el gobierno) sabe mejor en vez de los individuos. La organización implica la organización y perpetuación del conocimiento y los procesos, algo que el individuo por definición no puede alcanzar por sí solo (a menos que quieran promulgar la ley de la selva).
  • El gobierno debe tener cuidado de mí (no la responsabilidad personal). Me encanta ese chiste en el que una casa se está quemando y al llegar los bomberos, el padre de familia los despide diciéndoles "Aquí en esta casa somos libertarios."
  • El gobierno debe servir de fiel de la balanza sobre las decisiones entre la oferta y la demanda en lugar de dejar que el mercado se equilibre. También me recuerda ese dicho que dice "Nada es ilegal si cien hombres de negocios se deciden a hacerlo".
  • Un liberal defiende agresivamente, incluso violentamente la ortodoxia "liberal": Usted está de acuerdo conmigo en todos los detalles o si no es un hereje amoral que debe ser marginado. Sustituya "liberal" por "ultraconservador" y la frase tendrá más sentido.
Santiago Gamboa dice genialmente el día de hoy:
Siempre ha sido más difícil ser de izquierda, y la razón es que, si uno analiza su utopía social en lo relativo a las relaciones humanas —que por desgracia no han sido nunca reales en el socialismo real—, casi ninguna resulta ser natural en el hombre. No es natural ser generoso, solidario, comprensivo, altruista, y mucho menos antirracista, no antisemita, antimilitarista o pacifista, estar a favor de la igualdad de los sexos, de los derechos de las minorías, sean estas étnicas, culturales, religiosas, sexuales o simplemente nacionales, y todo esto en público y en privado, en el discurso político y en su casa, con sus hijos y su mujer y sus empleados. Esto se aprende. Los que tenemos hijos sabemos que estos comportamientos se enseñan a punta de insistencia y a veces con castigos y reprimendas.
Traigo todo esto a colación debido a los acontecimientos de los últimos días que han provocado un tremendo aguacero de comentarios en los blogs de la sipmac ensemble y en internet en general, porque el nuevo viejo juego es el de tirar la piedra y esconder la mano: desgañitarse en términos altisonantes e incendiarios, para negar la tan cacareada responsabilidad personal cuando los insucesos se producen; y también reclamar encima el estatus de víctima.

El que lea, entienda.
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viernes, 8 de octubre de 2010

La inquisición boliviana: antirracismo como forma de censura

Su señoría el Inquisidor Evo Morales de Torquemada

El Senado boliviano bien que la sacó del estadio. En nombre de proscribir el racismo, se ha aprobado una ley que no nuy sutilmente convierte en criminal a todo aquel que sea señalado de racista. La llamada Ley N-737 Contra el Racismo y toda Forma de Discriminación, en su artículo 16, dicta sanciones económicas e incluso el cierre de medios de comunicación que publiquen lo que el gobierno considere "ideas racistas y discriminatorias", y el artículo 23 fija que los periodistas y dueños de medios acusados de racismo no podrán acogerse a fuero alguno al ser procesados.
¿De qué se quejan? Si antes de la colonia tampoco había democracia!

Esto es muy conveniente para un presidente que gusta de etiquetar a sus contradictores como racistas. Esta ley no es muy diferente de las leyes contra el "hate speech", que sólo suelen aplicar contra cierto tipo de personas, porque cuando se profesa la ideología correcta, simplemente se dejan pasar por alto las ofensas. Precisamente por el alto grado de politización que implica el empleo de este tipo de leyes, condeno todo tipo de restricciones que se quieran imponer al derecho de libertad de expresión, por muy desagradable que sea lo que alguien quiera decir.
En estos platos comerán los infractores... ya se imaginan qué, je, je ,je.

Por lo mismo me opongo a la adopción de lo políticamente correcto, porque más que proteger, lo que busca es disfrazar a punta de eufemismos situaciones atroces o de convertir irónicamente en estereotipos a las personas y de separar en la práctica lo que de intención busca unir. Evo Morales le está dando un mal nombre al indigenismo, al darle un rostro y actitud intolerantes, beligerantes y facistas. La libertad de poder decir lo que se piensa sin temor a represalias del estado o del gobierno es un derecho fundamental. El estado no debe atribuirse la decisión de que está permitido o no, porque las buenas intenciones siempre terminarán en abuso.
Morales ratificó el jueves su rechazo a las protestas de medios y periodistas porque, a su juicio, usan la libertad de expresión como "pretexto" para defender posturas racistas. El Presidente defendió la norma como un paso de "descolonización".
El Inquisidor Morales (a partir de ahora así será denominado en este blog) piensa con cuatrocientos años de retraso. Y en Colombia, más de uno también.
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